‘No hay una comunicación directa con Dios para la absolución de los pecados’
Entrevista con el padre Hernán Jiménez, confesor en Santa María la Mayor de Roma
ROMA, domingo 11 marzo 2012 (ZENIT.org).- En su reciente discurso a la Penitenciaría Apostólica, el papa insistió en que “la nueva evangelización parte también del confesionario”, porque solo quien se ha dejado renovar profundamente por la Gracia divina, puede llevar en sí mismo y por tanto anunciar, la novedad del Evangelio.
En este contexto cuaresmal, ZENIT entrevistó al padre Hernán Jiménez, confesor de la basílica Santa María la Mayor de Roma, quien forma parte de una antigua tradición que confió a la orden dominica el encargo de atender a los penitentes de uno de los cuatro templos papales. Y les recuerda a los turistas y fieles que pueden confesarse en alguna de las muchas lenguas modernas –y antiguas como el latín–, que ofrecen como servicio los hijos de santo Domingo de Guzmán.
Parece que en estos días de Cuaresma hay una mayor afluencia de personas que acuden al sacramento de la reconciliación…
–P. Jiménez: Hay mucha afluencia porque con motivo de la Pascua los cristianos quieren reconciliarse con el Señor. La Iglesia les recuerda que tienen la posibilidad de retomar el camino al Padre que espera al hijo, que reconoce haberse equivocado y regresa a pedirle perdón, como hijo. Este es el tiempo mas favorable para nuestra conversión.
¿Por qué la Cuaresma es un tiempo privilegiado para acudir a este sacramento?
–P. Jiménez: Porque a través de la oración, de la penitencia moral, mas que corporal, las obras de caridad nos hacen participar más íntimamente a la pasión y a la resurrección del Señor. Es una preparación a la Pascua, que nos hace tomar conciencia de la necesidad de reconocernos amados por Dios, nuestro Padre. Porque todo cristiano creyente debe vivir y sentir la necesidad de su conversión.
¿Dios perdona siempre? ¿Acaso Dios perdona todo?
–P. Jiménez: Dios como padre bueno, compasivo y misericordioso perdona siempre todas nuestras faltas y pecados. Dios perdona todo si el hombre humildemente se reconoce pecador, como dice Mateo 18, 21 y siguientes.
¿Cada cuánto tiempo debe confesarse un católico?
–P. Jiménez: Por lo general con mucha frecuencia y en manera particular una vez en el año y posiblemente en Pascua. Es decir, depende del grado de conciencia en la relación con Dios: más conciencia se tiene de la presencia de Él, más fuerte es la necesidad de pureza. Más se vive junto con el Señor con el espíritu de fe, mucho más buscamos vivir nuestra vida con gran rectitud.
¿Cuál es la mejor forma de prepararse para la confesión?
–P. Jiménez: Haciendo el examen de conciencia sobre los mandamientos, los preceptos de la Iglesia, el precepto de la caridad fraterna. Y también con todos nuestros deberes de cristianos, como verdaderos creyentes y practicantes.
Hoy ya no se manda solo rezar como penitencia, sino también hay acciones, diríamos ‘de resarcimiento’, ¿es esto oficial, es decir, estas pueden reemplazar a las oraciones mismas?
–P. Jiménez: Las obras de caridad remplazan muy bien la oración, porque el resarcimiento o restitución es una obligación de justicia.
¿Existe acaso la confesión “directa con Dios”, tal como argumentan algunos? ¿Cuál es la diferencia de esa práctica con el sacramento de la Reconciliación?
–P. Jiménez: Con Dios hay una comunicación directa con la oración y la meditación interior, pero nunca la remisión de los pecados. Según el mandato del Señor, solamente los apóstoles y sus sucesores, los sacerdotes, lo hacen.
¿Cuál es la base bíblica del perdón de los pecados ejercida por un sacerdote frente a un penitente? ¿Él actúa en nombre de Dios o lo hace por su propio poder de consagrado?
–P. Jiménez: La base la encontramos en los Evangelios, en Juan 20, 22-23. El sacerdote actúa en el nombre de Dios y lo hace por el mandato de la Iglesia que recibe en la ordenación sacerdotal. El sacerdote remite todo pecado con la formula: “… en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
¿Ya los apóstoles se confesaban?
–P. Jiménez: No tenemos ningún documento ni tampoco en los evangelios, pero se deduce por la debilidad de nuestra naturaleza. Ellos eran también como los demás, pobres hombres y pecadores.
¿Desde cuándo empezó la confesión en la Iglesia, tal como la conocemos hoy?
–P. Jiménez: Desde los primeros tiempos de la Iglesia en que era pública. Después, en el siglo IV empezó a ser privada o auricular.
¿Desde qué edad y hasta cuándo está mandado que un católico se confiese?
–P. Jiménez: En cualquier edad. Pero la Iglesia aconseja practicarla con la primera comunión. Y, hasta que tenga uso de razón, porque debe ser consciente de su vida moral y de creyente.
El papa Benedicto XVI dijo que a los enfermos hay que llevarles la confesión siempre. ¿Se puede pecar cuando uno está sufriendo, postrado en una cama?
–P. Jiménez: Es para la serenidad y la tranquilidad de la conciencia y para darle sostén, fuerza y consuelo en el sufrimiento corporal.
El que no está casado por la Iglesia, ¿puede confesarse?
–P. Jiménez: No, puede porque vive en estado de pecado.
¿De qué modo el sacramento de la reconciliación podría ser un elemento importante para la nueva evangelización querida por el Papa?
–P. Jiménez: La reconciliación es muy importante e indispensable para todo cristiano, especialmente en este periodo histórico en que el pueblo busca alejarse de los sacramentos. Y porque a través de la toma de conciencia, reconociendo con gran humildad la miseria y la debilidad de su naturaleza humana delante de Dios y de los demás, lo hace más humano y sensible al otro y de un modo especial a ese Otro que es Dios.
Es una antigua tradición que los confesionarios de la basílica papal Santa María la Mayor de Roma estén a cargo de los padres dominicos, ¿no?
–P. Jiménez: Es una antigua tradición desde la fundación de la Penitenciaria Apostólica hecha por el papa Pio V, quien en 1568 la confió a los padres Dominicos.
Vemos que las personas se pueden confesar en varias lenguas con ustedes…
–P. Jiménez: En latín y en todas las demás lenguas modernas. Se busca cubrir la mayor parte de los idiomas con mucha diligencia y preocupación apostólica.
¿Cuántas horas confiesa usted al día? ¿Lo hace todos los días de la semana?
–P. Jiménez: Todos estamos dedicados en este ministerio de la Reconciliación por lo menos 23 horas semanales. Depende del día, con un día y medio de descanso semanal.
Se dice que los confesores tienen una ‘terapia’ para no ‘cargarse’ con tantos pecados que escuchan… ¿Necesita usted de ese tipo de ayudas?
–P. Jiménez: Para nada. Todos, con gran espíritu de fe y generosidad fraterna, realizamos esta misión apostólica. No hay ninguna terapia, la única es la reconciliación con Dios a través de su misericordia y perdón.
¿Quiénes se confiesan más, los hombres o las mujeres? ¿Los mayores o los más jóvenes?
–P. Jiménez: Todas la categorías de personas sin ninguna distinción. Muchos son jóvenes, mujeres y los mayores.
A nivel general, ¿podría decirnos con qué angustias y dolores acuden hoy las personas a confesarse?
–P. Jiménez: La angustia es por los pecados cometidos y salen con mucha paz interior y gozo espiritual. Y también influyen los problemas de nuestra sociedad actual, como la soledad, la falta de trabajo, falta de recursos económicos, entre otros.
Se dice que los papas se confiesan seguido, y que el beato Juan Pablo II lo hacía semanalmente… ¿Benedicto XVI ha seguido esta práctica?
–P. Jiménez: Claro, como todo cristiano y buen pastor de la Iglesia universal: nadie es impecable y perfecto en este mundo. También el papa actual se confiesa regularmente.
¿Qué le diría a algunos de nuestros lectores, que no se animan a confesarse aún en esta Cuaresma?
–P. Jiménez: A confrontarse humildemente con la palabra de Dios y seguir toda inspiración divina para llegar a una autentica vida de conversión. Aprovechando toda ayuda que el Señor en su paciente misericordia pone a nuestro alcance. Es decir, no privarse de una válida ayuda para sus vidas que es espiritual y moral.