Con más de 160.000 exorcismos a sus espaldas, el más reputado exorcista de la Iglesia católica, el padre Gabriel Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma, nos cuenta en este libro su larga vida de lucha contra Satanás. De sus confesiones se desprenden datos inquietantes. La lucha contra el maligno, que comenzó en el origen del mundo, está destinada a durar hasta el fin de los tiempos, pero el último exorcista no parece tener herederos, y la batalla contra las fuerzas del mal aún no ha terminado. Recomendamos este libro que es fundamental para la fe de todo católico, porque como dirá San Pablo: ‘Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes‘ (Efesios 6,12-13)
PRÓLOGO DEL LIBRO:
Pido disculpas a los lectores si, después de haber escrito tantos libros sobre Satanás y los exorcismos, me atrevo una vez más a presentarles uno nuevo, aspirando a no repetir sino a completar cuanto he dicho ya.
A ello me mueven el Evangelio, san Pablo y la santísima Virgen. Y doy las gracias a mi amigo, el periodista Paolo Rodari, que con paciencia y fidelidad ha compilado muy ordenadamente mis pensamientos y recuerdos y me ha ayudado a escribirlos.
Antes de seguir, quisiera decir algo acerca del título escogido, “El último exorcista”. Es un título puesto a propósito para provocar. Es obvio que yo no soy el último exorcista que haya quedado en este mundo. Después de mí vendrán otros que ya están aquí, y son jóvenes. Pero somos tan pocos en el mundo que cada uno de nosotros en su batalla diaria se siente de manera inevitable como si fuera el último, el último exorcista llamado a pelear contra el gran enemigo, el príncipe de este mundo, Satanás. La Iglesia, todavía hoy, hace poco para formar nuevos aspirantes a exorcistas. Poco hacen también los obispos. Es esta mi preocupación y por ese motivo he aceptado que el libro saliera con este título. Espero que los demás exorcistas, comenzando por los amigos de la Asociación Internacional de Exorcistas, de la cual soy presidente emérito, no se ofendan y comprendan la provocación oculta en el título. Yo no me siento más grande que ellos. Soy, como ellos, un humilde servidor del reino del bien, un combatiente de Cristo contra el reino del mal.
Parto del Evangelio. En 3 ocasiones Jesús llama a Satanás «príncipe de este mundo». San Juan precisa que todo el mundo yace bajo el poder de Satanás. Satanás es el adversario incansable de Dios. San Pablo se atreve a llamar a Satanás «dios de este mundo» y afirma que nuestra lucha cotidiana no es contra personas de carne y hueso, sino contra Satanás y sus ángeles, que nos persiguen incesantemente. En nuestras iglesias hoy se habla poco de Satanás y muchos, aun entre el clero, no creen en su existencia. En este libro se relatan una serie de exorcismos para hacer entender, mediante estos casos extremos, que Satanás existe. Aunque no se presente visiblemente, porque es puro espíritu, está siempre activo contra todos. Asistir a los exorcismos o leerlos, donde se realiza un diálogo entre el exorcista y el demonio, es una prueba irrefutable para creer en la existencia del demonio.
Finalmente, la santísima Virgen me inspira. Hace más de 30 años que sigo las apariciones de Medjugorje, esa admirable catequesis que nuestra Señora dirige a todo el mundo y que es la continuación de los mensajes de Fátima. Es una predicación extraordinaria, como nunca tuvo lugar en la historia de la humanidad. Pues bien, la Virgen santísima habla continuamente de Satanás liberado de sus cadenas; ella quiere arrancar a los hombres de las garras de Satanás y devolverlos a Dios. Estamos viviendo una época tremenda, en la que pareciera que ha triunfado el ateísmo, es decir; el demonio. Vemos la ruptura de las familias, el divorcio, el aborto, la desbandada de la juventud. Y aún más, el triunfo del egoísmo, de la búsqueda del placer; la expansión de todos los vicios. Hasta se ha llegado a combatir la presencia de los crucifijos, es decir, no se quiere ver la presencia de Jesús Salvador el cual ha derrotado a Satanás