El Papa Francisco, en su Exhortación Evangelii Gaudium, ha hablado, entre otras cosas, de la parroquia, lugar donde se reúnen los fieles para dar culto a Dios, pero ¿es solamente eso? El modelo parroquial está cambiando, y el funcionamiento e idiosincrasia que hasta hace poco funcionaba -dado que vivíamos en un ambiente mayoritariamente cristiano- empieza a estar obsoleto y a no ser suficiente para llamar a la fe a tantos alejados, muchos de ellos bautizzados.
Por eso, en su primera Exhortación Apostólica, el Papa deja entrever su visión del modelo parroquial para este Tercer Milenio: “A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es COMUNIDAD DE COMUNIDADES, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero” (EG. nº 28)
En nuestra parroquia, desde hace 40 años, el Camino Neocatecumenal ha propuesto precisamente convertir la parroquia en una ‘comunidad de comunidades’ pasando de una pastoral únicamente sacramental a una pastoral misionera, de evangelización. Por eso durante todos estos años, el Neocatecumenado ha abierto en la parroquia casi una veintena de pequeñas comunidades, en las que se vive la fe recorriendo gradualmente un itinerario bautismal.
Ya lo decía Juan Pablo II en su visita a la parroquia romana de Santa Maria Goretti, el 31 de enero de 1988: ‘Hay una manera, pienso, de reconstruir la parroquia basándose sobre la experiencia neocatecumenal’, y es que Juan Pablo II, cuando era Arzobispo de Cracovia (Polonia), fue el que inició el Camino en su diócesis, y conocía ya antes de ser Papa el funcionamiento del Camino dentro de la parroquia. Por eso en otra ocasión apostilló: ‘dichas comunidades forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia mediante cristianos maduros capaces de testimoniar la verdad con una fe radicalmente vivida’ (S.S Juan Pablo II – Mensaje a los Obispos de Europa reunidos en Viena en convivencia con los iniciadores del Camino – 12 de abril de 1993)
El Papa Juan Pablo II comprendía a la perfección la necesidad de iniciar desde la parroquia la misión de la Iglesia. Pero ésta debía incluir, además de la pastoral sacramental, una pastoral misionera o de evangelización. En una de las últimas visitas ‘ad limina apostolorum’ de los Obispos Franceses el Papa Wojtila formuló: ‘No hay Iglesia misionera sin parroquias misioneras (…) Toda comunidad eclesial, y en particular la parroquia, que es la célula fundamental de la vida de la Iglesia diocesana, debe anunciar el Evangelio, celebrar el culto que es debido a Dios y servir como Cristo’.
En su Exhortación Apostólica Post-sinodal ‘Iglesia en América’ en 1999 Juan Pablo II afirmaba: ‘la parroquia tiene que seguir siendo primariamente comunidad eucarística y lugar de la iniciación cristiana, de la educación y la celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas y servicios. LA PARROQUIA COMO COMUNIDAD DE COMUNIDADES Y MOVIMIENTOS. Una institución parroquial así renovada es una gran esperanza’
También Joseph Ratzinger, esbozaba criterios similares. Respondiendo a una pregunta al respecto realizada por Peter Seewald en el libro ‘La sal de la Tierra’ indicaba Ratzinger: ‘tiene razón en decir que es muy necesario un entorno cristiano. No se puede ser cristiano aisladamente; ser cristiano significa formar parte de una comunidad en camino. POR ESO DEBE SER PREOCUPACIÓN DE LA IGLESIA CREAR ESAS COMUNIDADES (…) ¿Cómo podrá vivir la Iglesia en una sociedad tan descristianizada? La Iglesia tiene que crear otras comunidades nuevas para hacer el camino, y luego las comunidades, por su parte, tendrán que apoyarse y ayudarse mutuamente a vivir mejor la fe en esa nueva forma de vida’.
El que sería Benedicto XVI, también en su libro ‘La fraternidad cristiana’ fundamenta la aseveración de que es imposible la vida cristiana sin la comunidad. No se puede prescindir de la vida comunitaria en la Iglesia.
Benedicto XVI en visita “ad Limina” a los Obispos Filipinos en febrero de 2011 les indicaba a cerca de las comunidades eclesiales : ‘Al ser formadas y guiadas por personas cuya motivación es la fuerza de su amor por Cristo, estas comunidades han demostrado ser instrumentos dignos de evangelización ya que trabajan en unión a las parroquias locales’.
El modelo parroquial está cambiando y debe cambiar. La parroquia se está transformando en un ámbito misionero. Así lo expresó el Arzobispo de Viena, Cardenal Schönborn, en su intervención dentro del coloquio «Parroquias y nueva evangelización», organizado por la Comunidad del Emmanuel en colaboración con el Instituto Redemptor Hominis, del 30 de enero al 1 de febrero de 2003. En la misma explicó ‘cómo una parroquia se convierte en misionera’.
Monseñor Demetrio Fernández, Arzobispo de Córdoba, en su intervención el 6 de abril de 2011 en la Catedral de Córdoba en un encuentro conjunto de los iniciadores del Camino con 3.000 miembros de las comunidades de la diócesis recordaba: ‘En la comunidad tienes la salvación, por tanto no la abandones. La comunidad del Camino Neocatecumenal es la Iglesia. La comunidad en la que vives y en la que creces en la fe es la Iglesia. La comunidad es la que te sostiene para vivir… esa es la Iglesia (…) Sois vosotros como comunidad un milagro patente. La comunidad en la que vivís y a la que pertenecéis os da la vida eterna; os hace capaces de amaros unos a otros, de perdonaros. La comunidad, que es la Iglesia, os da continuamente la salvación que Jesucristo nos ha merecido en la cruz’
Por otro lado el Cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo y primado de España, colaborador de Benedicto XVI como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», y actual Prefecto de la Congregación del Culto Divino, en una entrevista de Zenit realizada el pasado mes de julio de 2007 en Querétaro (México) opinó sobre el laicismo y la situación de la Iglesia, expresando que éste lleva a la destrucción del hombre, ya que ‘no apuesta por el bien’ y que la misión de la Iglesia es precisamente la de ‘hacer llegar esa salvación, de la cual es protagonista, a todos los hombres’. Para el Cardenal, la Iglesia en el futuro: ‘Será una Iglesia que, desde una experiencia muy honda de Dios, testifique al Dios vivo en medio de los hombres; una Iglesia eminentemente evangelizadora, o sea, eminentemente eucarística. Una Iglesia de pequeñas comunidades pero abierta totalmente al hombre’.