Para el Full informatiu de la Virgen del Carmen reproducimos también aquí la entrevista que se ha realizado a Lucía Fonts Santana, una hermana joven de una comunidad neocatecumenal de nuestra parroquia que ha descubierto la llamada del Señor a la vida consagrada. Después de unos años de discernimiento se decidió a entrar hace un año en el noviciado de la orden comboniana, una orden misionera fundada por San Daniel Comboni en el Siglo XIX, con una vocación específica de evangelización en África.
Me llamo Lucía, tengo 24 años y soy la mayor de cuatro hermanos. Mis padres son españoles pero yo nací en Holanda, aunque a los ocho años me vine a vivir a Barcelona. Mi primera vocación fue la de enfermera: acabé mis estudios de enfermería en el curso 2013-2014. Disfruto mucho escuchando música en directo, saliendo a bailar con amigos, leyendo un buen libro y haciendo excursiones con mi familia en la montaña. Me gusta viajar, aprender idiomas y conocer personas de otras culturas.
– ¿Cómo surgió y porqué tu vocación o como sentiste la llamada?
Los primero culpables de mi vocación, después de Dios, son mis padres, que me transmitieron con mucho empeño y cariño la fe en el seno del Camino Neocatecumenal. Crecer en una comunidad donde se escucha la Palabra, se participa de la eucaristía, se escucha y conoce a los hermanos y se sale a predicar por las calles que Cristo ha Resucitado fue lo que me llevó a preguntarme seriamente cual era la voluntad de Dios en mi vida. En esta búsqueda me encontré como por casualidad con la revista Mundo Negro de los Misioneros Combonianos y, a través de ella entré en contacto con a las Misioneras Combonianas. Con ellas realicé varias experiencias de misión en Mozambique, Egipto y Portugal. Mi camino vocacional ha estado lleno de baches, curvas, pausas prolongadas, intuiciones, desánimos… pero lo más importante y lo que más me ha hecho avanzar ha sido el contacto con la Palabra de Dios, y las personas que se dispusieron a acompañarme y a enseñarme a discernir tomando mi vida en serio, y a mirarme con los ojos de Jesús. Descubrir que Dios cuenta conmigo para realizar su sueño en el mundo, me ha capacitado para aceptar esa llamada que me tenía inquieta y de un lugar a otro pues me hacía huir del compromiso, cada vez creciente, que brotaba de mi oración.
– ¿Cuál fue la reacción de tu familia, y entorno cuando les planteaste entrar en el postulantado?
A mis padres les plantee que quería entrar al postulantado alrededor del final del curso 2015, después de mi primer año trabajando como enfermera y tras un largo recorrido de discernimiento (2 años). La reacción de mi padre fue de gran alegría: “¡Por fin decides algo!” y es que ellos sabían que tenía esta inquietud pero no acababa de lanzarme por ninguna opción. La reacción de mi madre, en cambio, fue de incredulidad: “Pronto cambiarás de idea.”
– ¿Por qué te decidiste por la orden comboniana y cuál es su espiritualidad?
Las Misioneras Combonianas nacen en 1872, fundadas por San Daniel Comboni. Son mujeres del Evangelio, consagradas a Dios exclusivamente para la misión ad gentes, teniendo como específico en su carisma: Compartir y anunciar la Buena Noticia del amor gratuito de Dios para con toda la humanidad, especialmente a los más pobres y oprimidos; favorecer el crecimiento de los valores del Reino ya presentes en la creación y en la historia; ser “puentes entre las gentes. Concretamente lo que me cautivó fue el entusiasmo de Comboni y su lema: “Salvar África por medio de África.”, la manera en que las Combonianas aceptan con esperanza el escándalo de la Cruz, ya que “las obras de Dios nacen y crecen al pie de la Cruz”. También su cercanía y su sencillez de vida, llevada con radicalidad evangélica, convirtiéndose en presencias que “significan” en medio del mundo, que interpelan, consiguiendo acercar a Dios con quien se encuentra con ellas.
– ¿Qué recuerdos guardas de tu Parroquia?
Una parroquia viva, en salida y misionera, generosa y fecunda. Es donde he crecido en la fe y en mi experiencia básica de Iglesia, viviendo en el seno de una comunidad cristiana.
– ¿Cómo te ves dentro de veinte años?
Espero poder estar ya insertada en la vida de una comunidad de Misioneras Combonianas en algún país de África o de Medio Oriente: ofreciendo los dones que el Señor me dio, gastando mi vida por el Evangelio y las personas que el Señor ponga en mi camino, recibiendo y alimentándome de la vida abundante que brota de Cristo.