El Camino Neocatecumenal: Una vida de Misión

Interesante reportaje sobre el Camino Neocatecumenal y la nueva evangelización, donde aparecen la familia en misión, Juan y Cecilia y sus seis hijos, de la 6ª comunidad de nuestra parroquia, destinada desde hace varios años en la ciudad siberiana de Barnaúl, Rusia.

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  Juan y Cecilia Familia en Misión (3,3 MiB, 1.129 hits)

 

El Camino Neocatecumenal hace camino

Eleuterio Fernández Guzmán / INFOCATÓLICA
 
14 Diciembre 2011

Me gustaría empezar este artículo con unas palabras del Arzobispo de Sevilla, don Juan José Asenjo Pelegrina, en la pasada Vigilia de la Inmaculada. Decía lo siguiente:

“Perdonadme que os refiera una pequeña historia que me ocurrió el primer domingo de diciembre de 1999. Quiso el Señor que me encontrara en una iglesia de Toledo con un joven japonés, doctor en ciencias jurídicas, miembro de una familia muy ligada al mundo de la cultura en su país, que a través del Camino Neocatecumenal tuvo la dicha de conocer a Jesucristo y a su Iglesia, siendo bautizado en la noche de Pascua de 1998 en la catedral de la Almudena de Madrid. Con lágrimas en los ojos me decía que su infancia había transcurrido sin ninguna referencia religiosa y, al mismo tiempo que me manifestaba su alegría inmensa por ser cristiano, me pedía que encomendara al Señor su perseverancia y que le ayudara con la oración para acercar al Evangelio a su familia. La historia de este joven japonés recién convertido nos invita a alabar a Dios, que nos destinó desde toda la eternidad a ser sus hijos y que ya en los primeros días de nuestra vida nos bendijo con tantos y tan grandes bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo para que seamos santos e irreprochables, la respuesta natural a su amor de predilección”

Esto es un ejemplo de lo que la fe, en un muy concreto movimiento, puede llegar a hacer en el corazón de las personas que se dejan cautivar por el amor de Dios y para que luego digan que el Camino Neocatecumenal no tendría nada que hacer en tierras niponas según así lo entiende algún que otro obispo japonés. Y, sin embargo, la voluntad de Dios tiene sus propios caminos para hacerse cumplir y no valen componendas humanas en contra de la misma.

Pero no acaba aquí la cosa porque va, como es lógico pensar, mucho más allá.

Como es bien sabido por cualquiera que no tenga prejuicios en contra del Camino iniciado por Kiko Argüello y Carmen Hernández allá por los años 60 del siglo pasado a raíz de una experiencia entre los pobres más pobres del barrio de Palomeras de Madrid (España) una de sus características más preciadas por la Iglesia católica es el hecho de que muchas familias vayan en “misión” a cumplir, precisamente, la misión encargada por Jesucristo cuando envió a sus discípulos a predicar y a transmitir el Evangelio por el mundo entonces conocido. Van, pues, a hacer lo que tienen que hacer recordando aquello de “¡Ay de mí si no predicare!” (cf. 1 Cor 9, 16).

Pues bien, como ejemplo de lo que puede impulsar sentirse católico y llamado a la misión, el matrimonio compuesto por Juan y Cecilia hicieron lo que muchos han hecho y hacen en el Camino Neocatecumenal: salieron de su casa, de estar con los suyos y, no mirando atrás como Cristo dijo a aquel que quería seguirle (cf. Lc 9, 62) se desplazaron hasta Rusia, en concreto a la ciudad de Barnaúl, situada al Sur de Siberia Occidental (en rojo en la imagen).

Como cualquiera puede imaginar ser católico en Rusia no debe ser nada fácil. Sin embargo, el matrimonio citado está llevando un trabajo espiritual esforzado en una ciudad donde sólo hay 50 católicos (¡Sí, no me he dejado ningún cero!) y, como es de pensar, en una ciudad de 600.000 habitantes un grupo tan pequeño de católicos necesitan mucha fe y saber, exactamente, qué significa para ellos.

Pues bien, allí mismo el matrimonio citado arriba, misioneros neocatecumenales y, por tanto, fieles hijos de la Iglesia católica, hacen lo que saben hacer y que no es otra cosa que transmitir la Palabra de Dios y llevar un estilo de vida fuertemente espiritual. Sólo así se entiende que de los 50 católicos citados arriba la mitad de ellos se hayan convertido al catolicismo en dos años de evangelización que llevan los hermanos Cecilia y Juan.

Y, sin embargo, no sólo eso han conseguido sino que algunos de los nuevos católicos asistieron a la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid hace apenas unos meses y gozaron de la misma es de suponer que llevaron a Rusia el espíritu que se difundió aquellos días en la capital de España. Es más, antes de ir ala JMJ estuvieron evangelizando en Barcelona donde fueron acogidos por familias del Camino. Y lo hicieron como es propio en el mismo: sin miedo al qué dirán y con la música (véase guitarra) como inseparable compañera.

Ni qué decir tiene que aunque lleven pocos años como católicos (me refiero a los rusos) las experiencias de conversión que han obtenido han sido muchas porque, como sabemos, el Espíritu de Dios, que sopla donde quiere no deja de soplar donde, incluso, alguno no quiere dejarse invitar a ser llamado.

Y es que cuando se anuncia a Cristo con la intención de llamar a los alejados a que se acerquen a Aquel que vino a salvarnos, ha de dar frutos que sólo están en manos de Dios pero que sólo surgen si se siembra la semilla en sus mieses. Y, gracias al Creador, hay personas, como son las que forman parte del Camino Neocatecumenal, que no se taparon los oídos del alma cuando les sopló ruag Elohim, el Espíritu de Dios.

 

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