Si Dios te llama, ¡enhorabuena!

Mas de 10.000 jóvenes y familias se reunieron el domingo en el Palasport de la ciudad toscana procedentes de Italia y del extranjero. Unas 90 chicas se levantan para ir en misión a China

Por Salvatore Cernuzio

ROMA, 11 de junio de 2013 (Zenit.org) – A veces se olvida que Kiko Argüello tiene 74 años. Una edad en la que se tiende, normalmente, a concluir un ciclo de la propia vida y a iniciar otro hecho de recuerdos y reposo. Él, sin embargo, estuvo el domingo por la tarde en Livorno, tras el movimiento constante entre España, Austria e Italia, preparado para gritar el amor del Señor delante de más de 10.000 jóvenes reunidos en Palamodì.

Porque “la cosa más grande que puedo hacer y anunciar es el kerygma” dijo. No se puede estar quietos, ser “cristianos de salón” como dice el papa Francisco, es necesario ir a todos sitios a llevar esta buena noticia “que salva a los hombre y al mundo”. Sobre todo en una ciudad “secularizada” como Livorno, ha declarado a ZENIT el obispo Simone Giusti. Una ciudad “paradójica”, dijo, donde “el 35% de los niños no es bautizado y se registra una porcentaje muy alto de funerales y matrimonios civiles”. Pero que al mismo tiempo “es una ciudad que, aún lejos de las parroquias, tiene un gran sentido religioso”.

“Por tanto, es necesario lo que los últimos papas han llamado nueva evangelización”, añadió; es decir, “una predicación como la de Kiko es necesaria en Livorno, como en los años 60 en las periferias de Madrid”. El Camino Neocatecumenal, afirmó el prelado, “es de hecho un don grande del Concilio para hacer que las personas redescubran al Señor. Y me parece que los frutos están”.

El clima no fue de ayuda. Un lluvia constante dificultó el recorrido de los autobuses procedentes no solo de la Toscana, sino también de Lazio, Piomonte, Triveneto, Umbria, Liguria e incluso Cerdeña, Suiza y Francia. El diluvio no impidió que los jóvenes neocatecumenales se dirigieran ya desde por la mañana cantando y bailando, llamando la atención de los ciudadanos.

Algunos los definen “eufóricos”, aunque no se puede negar que está en medio el Espíritu Santo cuando se asiste a escenas como la de la distribución de más de 150 rosarios para las missio ad gentes en Francia y Holanda, en las que largas filas de chicos y chicas (algunos menos de 15 años) casi se empujaban para coger un rosario. O la carrera sobre el escenario en el momento de “la llamada vocacional” de los 64 chicos que han querido responder a la llamada al seminario y de las 90 chicas preparadas para partir en misión a China. (“Por primer vez en la historia, las chicas han “ganado” a los chicos”, exclamó Kiko).

Por no hablar de los frutos de las Misiones en 10.000 plazas de todo el mundo, que se debe precisamente a los jóvenes preparados para pasar el domingo regalando a los ciudadanos la experiencia de su encuentro con Dios. “Haciendo una media de cuatro personas por plaza, son al menos 40.000 los alejados que se han acercado a la Iglesia”, afirmó Kiko. Verdaderos “milagros y prodigios” que el “papa Francisco ha apreciado mucho”, cuando, en el encuentro con los iniciadores del Camino en Santa Marta el 18 de mayo, ha visto algunas fotos de las misiones. “El santo padre – contó Kiko – me ha dicho: después de estos frutos, estar atentos a los contragolpes del demonio”.

Como en las plazas, también en el Palasport se respiraba un aire de fiesta. Antes de la llegada de Kiko, se hizo una ola que recogió a todos los presentes, seguida de cantos y aplausos. Un clima quizá demasiado de estadio, para un encuentro principalmente de oración. Pero Argüello lo ha reconducido en seguida a la justa dimensión después de la invocación al Espíritu Santo y la lectura de la Carta a los Corintios en la que San Pablo exhorta a ser “embajadores de Cristo”.

La procesión con la Virgen fue un momento de gran intensidad. Precedidos de la cruz procesional en oro, los seminaristas del Redemptoris Mater de Florencia, Trieste, Lugano y Pinerolo han cargado la imagen de la Virgen de Montenero, patrona de la Toscana, mientras Kiko y todos los presentes cantaban “Victoria, vida eterna en Cristo Resucitado”.

A continuación llegó el anuncio del kerygma. “No estamos aquí para hacer un show” recordó Kiko, sino para “decir que aquí, en Livorno, a las 6 de la tarde, ha llegado la salvación, el momento favorable”. Porque “el kerygma anuncia un acto: que el Señor que te conoce a ti, tus problemas y tus sufrimientos, por esto ha enviado a Su Hijo a sufrir la muerte, para que seamos uno con Él, primogénitos de una nueva creación”.

El problema es tener “los oídos cerrados” para acoger esta noticia. En este caso, advirtió Kiko, se rompe la relación entre el hombre y Dios y se da escucha a la ‘contra-catequesis’ del demonio que “quiere convencerte que Dios te limita y que debes ser autónomo, buscando tú solo la felicidad”.

Esto lleva “al infierno del no ser”, a no sentirse amado y genera la muerte. “Es como ser abandonado en el espacio sideral” afirmó Argüelo, en un “abismo de sufrimiento” que empuja a gestos trágicos “como el homicidio de la chica de diecisiete años apuñalada y quemada viva por el novio”. “Dios permite esto – dijo Kiko – porque da la libertad al hombre también de pecar, para hacerle entender que no es una marioneta en sus manos”. Sobre todo Dios – continuó el iniciador del Camino Neocatecumental – “ha enviado a su único Hijo, lo resucitó como garantía de que el pecado ha sido perdonado”. Y de frente a estekerygma “tenemos que decir sí o no como María”.

El mismo anuncio fue reiterado por monseñor Giusti. Con un acento marcadamente toscano, el obispo hizo sonreír y conmover hablando de los milagros, de los hechos, es decir, que demuestran que “el Evangelio no es una bonita esperanza, sino vida que cambia”. “¿Qué ha permitido que el cristianismo se difundiera por todo el mundo, con la predicación de un traidor como Pedro y de un perseguidor como Pablo?”, se preguntó el prelado: creer en ese milagro “que Cristo ha realizado” y que va más allá del “ídolo de muerte que aparece omnipotente”.

“Nosotros nos sentimos condenados a muerte”, por eso decimos: “ Si debo morir no me preocupo de mi mujer, mi familia y olvido todo lo que sucede…” dijo el obispo. Pero “la muerte ha sido vencida”, exclamó: “Juan Pablo II, desde la losa de mármol en las grutas vaticanas, y todos los otros santos, han tenido que demostrar eso a través de gracias, más que mil niños nacidos…”. La muerte, sin embargo, precisó monseñor Giusto, “la vence quien sabe amar”: el amor “mantiene en vida también a las personas queridas difuntas”. y cuando “llama a alguno – concluyó el obispo – es porque quiere que beba de la fuente eterna del amor”.

Vale la pena gastar la propia vida por Dios: “Él es fiel siempre -aseguró Giusti – mujer y marido pueden hacer cualquier cosa, con Dios sin embargo se puede ser una ‘pareja’ siempre feliz y siempre enamorada”. Será por eso que Kiko en todos los encuentros vocacionales repite: “Si Dios te llama, ¡enhorabuena!”

Traducido del italiano por Rocío Lancho

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