¿Qué tiene el Camino Neocatecumenal?

Eleuterio Fernández Guzmán / ANALISIS DIGITAL
Tue, 01 Oct 2013

A pesar de lo que algunos dicen acerca de este movimiento eclesial católico aparecido en los años 60 del siglo pasado en las chabolas de Madrid (España), lo bien cierto es que el Camino Neocatecumenal cayó muy bien en el seno de la Iglesia fundada por Cristo y, sobre todo, entre los mismos fieles que han visto en el mismo un verdadero camino y una verdadera catequesis para la salvación.

Hace pocos días el Papa Francisco recibió a los fundadores del Camino. Como suele ser el común proceder de los mismos, no iban, seguramente, a pedir nada sino, al contrario, a ofrecer su inestimable (y demasiadas veces inestimado) trabajo a favor de la Iglesia católica. Esto lo decimos porque iban a presentarle un proyecto ilusionante que tiene que ver con el hecho de procurar suscitar 20 mil vocaciones sacerdotales para destinarlas a servir en el continente asiático.

No se puede decir que eso sea poco importante y habría que tenerlo en cuenta como una aportación sustanciosa a la vida de la Esposa de Cristo en estos tiempos de descreimiento y abandono de Dios.

Si tenemos en cuenta que fue en 1968, a finales de aquel revolucionario año estudiantil, cuando el Camino Neocatecumenal sembró su primera semilla de movimiento católico, ahora hace 45 años que viene dando fruto aquel árbol de fe surgido de entre lo más pobre que entonces existía.

Y es que, en verdad, hay razones más que suficientes como para dar resonancia a aquel momento en el que la gracia de Dios se manifestó al mundo con tal especial inspiración de Su Espíritu y en el que el anuncio del Kerigma volvió a dar nuevos pasos y, desde entonces, fructíferos.

Muchas cosas deben haber pasado en la vida del Camino desde que el Madrid chabolista hiciera pensar a Kiko Argüello que, a lo mejor, era necesaria una evangelización, digamos, nueva.

En la actualidad, el Camino Neocatecumenal, tiene presencia en más de 6.000 parroquias de más de un centenar de naciones. Además, cuenta con más de 3.000 sacerdotes, a los que hay que añadir más de 1.500 seminaristas y varias decenas de seminarios (Redemptoris mater) que para un movimiento ultra-católico (como es considerado por los que entienden de realidades espirituales más bien poco) no está nada mal.

Pero, ahora, es momento de celebración para el Camino y, por eso mismo, para toda la Iglesia católica donde vive la idea original de hacer presente la Palabra de Dios en aquellos que, es posible, la hayan olvidado o no hayan tenido un conocimiento, digamos, adulto de la misma.

Pablo VI, en la Audiencia del 4 de agosto de 1976 dijo algo que ha venido a constituir, al fin y al cabo, el mismo espíritu del Camino: “Nuestro tiempo tiene necesidad de retomar la construcción de la Iglesia, casi, psicológica y pastoralmente, como si comenzase de nuevo”.

Y tal ha sido la labor de aquellos (Kiko Argüello, Carmen Hernández, y, posteriormente, en 1992, el padre Mario Pezzi) que han querido manifestar al mundo que Dios es posible conocerlo, también, entre los más necesitados de Su voz y Su Palabra; demostrar, al fin y al cabo, que aquel “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” y el “Amarás al prójimo como a ti mismo” es posible llevarlo a cabo, hacerlo real, en el tiempo que nos ha tocado vivir, y que no se trata de una ilusión exaltada.

Así, lo hecho y dicho ha ido siendo reconocido por los Pontífices que, desde su aparición han ocupado la silla de Pedro: desde el ya citado Pablo VI pasando por el beato Juan Pablo II, Benedicto XVI y, como hemos dicho arriba, el mismísimo Papa Francisco que se da cuenta de lo que, de verdad, vale la pena por el Reino de Dios.

Lo que tiene el Camino Neocatecumenal ha de tener mucho que ver con la inspiración del Espíritu Santo en los corazones de muchos fieles católicos. Sopla donde quiere el Espíritu de Dios y sopló, con fuerza, en el corazón de los fundadores del Camino. Y sigue soplando, a lo que se ve, aunque a muchos malignos pueda pesarle tal soplo y tal inspiración.

De todas formas, los hijos de Dios que reconocemos lo bueno y mejor de entre nosotros sabemos, de sobra lo sabemos, que el Camino Neocatecumenal es una realidad regalada por Dios al mundo y puesta en manos de determinadas personas con nombres y apellidos.

Los demás, nos seguiremos “aprovechando” de su luz siendo deudores de su semilla y, sobre todo, agradecidos hermanos en la fe que reconocen, en el Camino, una senda recta hacia el definitivo Reino de Dios.

Amén, así sea (y es) por siempre.

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