Celebración de Jueves y Viernes Santo

En la Parroquia celebramos el pasado Jueves y Viernes Santo con gran solemnidad y devoción. Las primeras comunidades que han terminado el Camino junto con los feligreses participaron en el Jueves Santo con la Santa Misa y posterior adoración al Santísimo para la reserva del monumento en el día de la institución de la Eucaristía. Posteriormente las comunidades pudieron celebrar, a distintas horas, el día también del lavatorio de pies donde aparece el amor fraterno y donde Cristo hará su testamento espiritual a la comunidad apostólica, imagen de toda comunidad cristiana: Amaos como yo os he amado, y sed perfectamente uno‘.

Nuestra Parroquia vive con intensidad estas fechas señaladas del Triduo Pascual. Durante la mañana del Viernes Santo tuvo lugar el Via Crucis en las calles de la Parroquia, dónde acompañamos a Cristo en el camino del calvario. Por la tarde las celebraciones propias de la ‘Adoración de la Cruz’, dónde pudimos entrar en el gran misterio de la iniquidad que lleva a Cristo a ofrecer su vida en una muerte ignominiosa en la Cruz por amor a todos los hombres. La Iglesia canta: ‘Mirad el árbol de la Cruz, el árbol de dónde ha venido la salvación del mundo’.

Publicamos la oración que el Papa Francisco rezó al final del Via Crucis en Roma, durante la meditación de las XIII Estación. Se realizó una pausa de silencio orante por la paz en el mundo: “Ante la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras. Hagamos, pues, una pausa en el silencio orante y recemos cada en nuestro corazón por la paz en el mundo”.

“Tómanos de la mano como un Padre”

Padre misericordioso,
que haces salir el sol sobre buenos y malos,
no abandones la obra de tus manos,
por la que no dudaste
en entregar a tu único Hijo,
que nació de la Virgen,
fue crucificado bajo Poncio Pilato,
murió y fue sepultado en las entrañas de la tierra,
resucitó de entre los muertos al tercer día,
se apareció a María Magdalena,
a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,
y siempre está vivo en la santa Iglesia,
que es su Cuerpo viviente en el mundo.

Mantén encendida en nuestras familias
la lámpara del Evangelio,
que ilumina alegrías y dolores,
cansancios y esperanzas;
que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,
cuya ley suprema es el amor.
Por la efusión de tu Espíritu,
ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,
corrompido por pasiones engañosas,
y revístenos del hombre nuevo,
creado según la justicia y la santidad.

Tómanos de la mano, como un Padre,
para que no nos alejemos de Ti;
convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,
para que aprendamos a seguir proyectos de paz;
haz que los adversarios se den la mano,
para que gusten del perdón recíproco;
desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,
para que donde haya odio florezca la concordia.

Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de Cristo,
para que participemos en la gloria de su resurrección.
Él, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.

 

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